La Asociación Aragonesa de Psicopedagogía es la encargada de organizar la tercera edición del Congreso Internacional de Inteligencia Emocional y Bienestar que se celebra del 18 al 21 de mayo en Zaragoza. Por el momento, hay más de 450 inscripciones, aunque se espera superar las 500. Juan Antonio Planas es el presidente de la asociación.
El Congreso Internacional de Inteligencia Emocional y Bienestar alcanza en 2017 su tercera edición y tendrá lugar en Zaragoza los días 18, 19, 20 y 21 de mayo. Esta cita está fundamentada en la necesidad de proporcionar un punto de encuentro para dar a conocer las principales investigaciones sobre la inteligencia emocional y las competencias básicas, así como aplicar la inteligencia emocional en los diversos ámbitos: educativo, social, sanitario y laboral.
La Asociación Aragonesa de Psicopedagogía es la encargada de organizar este evento. Juan Antonio Planas es su presidente.
Pregunta.- Es la tercera ocasión en la que se organiza este Congreso Internacional, ¿en qué se va a centrar?
Respuesta.- Efectivamente, es la tercera edición y estamos muy satisfechos por cómo van las inscripciones. Por suerte, hemos pasado ya las 450 y esperamos alcanzar más de 500 participantes. Es una cita en la que vamos a trabajar varios ámbitos que son fundamentales para el éxito profesional: el educativo, el social, salud y bienestar y el de la empresa y laboral.
P.- ¿Qué objetivos buscan con la celebración de este Congreso?
R.- Llevamos unos 25 años hablando de la inteligencia emocional. Está costando, sobre todo en el ámbito educativo, que llegue a fondo. Pero, por suerte, ya ha habido muchas publicaciones y hay muchas experiencias; en este sentido, los principales objetivos son trascender de las meras experiencias y de la sensibilización, que ya lo hemos conseguido, y que se imbriquen los currículos, tanto a nivel de Aragón como a nivel estatal, de actividades relacionadas con la inteligencia emocional, actividades a nivel tutorial, pero también en cada una de la materias.
Es sumamente necesario que los alumnos tengan inteligencia emocional, pero también el profesorado y las familias, porque detrás de cada alumno con problemas de aprendizaje siempre hay un problema de inteligencia emocional.
P.- ¿Cómo definiría la inteligencia emocional?
R.- Es un conjunto de habilidades que todo el mundo debe poseer, en el sentido de controlar sus propias emociones para que sean positivas, y no nos dejemos llevar por emociones negativas como la ira, el miedo o la tristeza. También es la capacidad para reconocer las emociones en los demás; es decir, tener empatía de tal manera que podamos aprovechar las capacidades de los otros. También supone tener otras dotes, como puede ser el optimismo, el liderazgo, la capacidad de resiliencia, esto es, soportar la adversidad, y otras que se han estudiado menos como la no procrastinación. Esto último es algo que nos ocurre a muchas personas, que es posponer continuamente obligaciones ineludibles, lo que conlleva mucho estrés y ansiedad. En definitiva, si nos organizamos bien el tiempo, la vida y las relaciones personales, esto nos lleva a evitar la ansiedad.
P.- ¿Cómo nos puede ayudar la inteligencia emocional en nuestro día a día?
R.- Lo primero que podemos conseguir es ser más felices. Nos puede ir mejor en el ámbito personal y en el profesional, va todo interrelacionado. Si una persona está contenta, seguramente hace mejor su trabajo, si está haciendo mejor su trabajo va tener más éxito personal y profesional, con lo cual es más fácil que tenga pareja, que lleve una vida sana… Esto es un círculo y viceversa.
Es muy importante afrontar todas las facetas de la vida con pasión, tomándonos todo lo que estamos haciendo, aunque sean las cosas más nimias, como si fuera lo más importante, y que esto lo llevemos a todas las esferas de la vida, así ya estamos aplicando inteligencia emocional. Cuando hacemos algo con pasión, ponemos interés y motivación, aguantamos mejor la crítica, intentamos mejorar… Esto es extrapolable tanto en el ámbito personal como en el profesional.
P.- ¿Qué caracteriza a las personas con una buena inteligencia emocional? ¿Cuáles son sus habilidades?
R.- Me viene muy bien esta pregunta, porque con la celebración de las pasadas elecciones presidenciales francesas, podemos tener un buen prototipo de una persona con inteligencia emocional en Macron, el futuro presidente galo. Desde joven ya tenía muy claro cuáles eran sus objetivos, sus metas, qué es lo que quería. Desde niño se enamoró de una mujer 24 años mayor que él y, a pesar de las adversidades, de su familia, de las barreras de la sociedad, tenía muy claro que se iba a casar con su actual pareja. Éste es buen ejemplo, una persona que tiene muy claro cuáles son sus objetivos y el camino a seguir. Una persona con inteligencia emocional es capaz de rodearse de otras con buenas dotes. Es importante saber que un buen líder emocional no es el que quiere abarcar todo, sino que sabe rodearse de las mejores personas.
Además, una persona con buena inteligencia emocional suele ser una persona feliz y que hace felices a los que les rodean. Por ejemplo, en el ámbito educativo me encuentro, a menudo, con buenos profesionales que conocen mucho su materia, y sin embargo no saben comunicar bien, no se ponen en la piel de otro, no llegan bien a los alumnos, no tienen buena relación personal con las familias; en definitiva, no hacen bien su trabajo entonces. A un alumno nos lo tenemos que ganar con el corazón, no con la cabeza. Y es más, aludiría a profesionales como los que participaron en el anterior Congreso, como Francisco Mora Teruel , experto en Neurociencia, que va a ser unos de los ámbitos que estamos trabajando en este Congreso, y está claro que no hay disyuntiva entre lo que es educación emocional y educación racional, como se ha concebido siempre, es que está unido. Una persona con buena inteligencia emocional tiene mucha más probabilidad de que también tenga éxito en los estudios. Y eso también lo podemos decir en el sentido inverso; aquellas personas que no tienen bien resuelta toda su vida emocional difícilmente van a tener buena capacidad para desarrollar otras actividades.
P.- ¿Cómo podemos trabajar la inteligencia emocional?
R.- Sobre todo, yo conozco más el ámbito educativo, pero también se puede hacer en el ámbito de la salud, en el laboral, social… En el educativo, está claro que es algo que no solo debe hacerse desde la tutoría, debe hacerse desde todas las áreas. Un profesor de Matemáticas, de Lengua, de Sociales… debe trabajar la inteligencia emocional en todo momento. Por ejemplo, no es lo mismo un profesor que no se preocupe por que ese alumno ha faltado, y directamente le pone un cero, porque no ha hecho las tareas, a que le pregunte si es por algún motivo, a lo mejor ese niño está enfermo porque sus padres se han peleado por la noche y están separándose. Si el profesor no tiene ese feedback con el alumno seguramente ya va a haber una ruptura y no va a conseguir el objetivo.
Por tanto, es clave que todo el profesorado adquiera estas habilidades de inteligencia emocional en todas las áreas, pero además en la tutoría hay que hacer actividades concretas para desarrollar, por ejemplo, la empatía, cómo debemos hacer cuando notamos que una persona está sufriendo acoso escolar y cómo nos debemos implicar; cómo podemos ayudar a aquellas personas que, por desgracia, tienen menos empatía o menos capacidad de relaciones interpersonales; qué podemos hacer con aquellas personas que tienen menos motivación… En definitiva, son ámbitos que, desde luego, en el mundo de la educación son claves para obtener el éxito escolar.
P.- En los últimos años se está hablando mucho del bullying en los colegios. ¿Puede ser la inteligencia emocional un arma efectiva contra el acoso escolar?
R.- Es imprescindible. Hace unos días se celebró en Zaragoza el Día internacional contra el acoso escolar y hubo varia intervenciones, entre ellas, la de César Bona. Es uno de nuestros expertos en innovación en la educación y es de los que insiste, también, en la importancia de la inteligencia emocional. Ponía el ejemplo de una niña que un día vio en Zaragoza a tres chavales que estaban intentando ahogar a un gatito en el río Ebro. La niña, viendo que no no les podía convencer de que no lo hicieran, les propuso comprar el gatito por cinco euros. Juntó el dinero con varios niños que había allí y lo compró y aunque no podía tenerlo por problemas en su casa, se lo regaló a César Bona, que ahora hace alarde de que ese gato es parte de su familia.
En ese sentido, sí que es muy importante que cuando hay un caso de acoso trabajemos con la víctima; con el acosador, porque seguramente es una persona con complejo de inferioridad y que a su vez seguramente habrá sufrido acoso en su familia o en su niñez, y, sobre todo, con los espectadores, aquellas personas que asisten pasivas a situaciones desagradables. Por eso es tan importante trabajar la inteligencia emocional. ¿Cómo es posible que compañeros vean que hay otros que están haciendo chantaje o haciendo sufrir a otros compañeros y que no se involucren? Si los espectadores se ponen al lado de la víctima, ayudan a la persona más necesitada o colaboran con este chico que tiene menos habilidades que otro y se pone en la piel del otro, es ahí cuando realmente estamos trabajando la educación emocional. Si queremos realmente hacer educación preventiva tiene que ser desde la inteligencia emocional. Lo que no puede ser es intentar inventar cosas nuevas cuando esto es muy claro: si se trabaja bien el que todos debemos ayudarnos y que no debemos dejar de lado a la persona más desgraciada, estamos contribuyendo a que no haya tanto acoso.
P.- Por último, ¿son más felices las personas que tienen más inteligencia emocional?
R.- Obviamente. Como he comentado, cuando una persona es inteligente emocionalmente tiene más probabilidad de tener éxito en todas las facetas de la vida. Un niño o una niña que tiene dificultades para expresar sus emociones, tiene ámbitos de su vida no resueltos. Por ejemplo, ahora estoy viendo muchos casos, cuando llega la época de exámenes, de personas que no han gestionado bien su tiempo y empiezan a tener problemas de ansiedad y estrés. No duermen, están irascibles, se enfadan mucho con la familia, los amigos… No están gestionando bien todo esto.
Por tanto, hay que enseñar que la adversidad hay que tolerarla. Si te has volcado en un examen y no te ha salido bien, has hecho todo lo que estaba en tu mano, ya está; si tenemos una enfermedad y tenemos mucho interés en hacer algo positivo para curarte cuanto antes, ya estamos contribuyendo a sanar antes. Si tenemos un problema del tipo que sea pero realmente nos implicamos y hacemos algo para superarlo, estamos aplicando inteligencia emocional. Las personas a las que le va bien en la vida, todas, sin excepción, son inteligentes emocionales, y viceversa, aquellos que tienen más dificultad, más problemas, les ha pasado lo contrario, no han gestionado bien sus emociones.
Fuente: Aragón Digital