Juan Antonio Planas Domingo. Presidente de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía
Esta magnífica publicación del profesor Francisco Mora Teruel, se dirige fundamentalmente al profesorado de cualquier etapa educativa. Se compone de una introducción y diez capítulos que tratan grandes ideas y realidades del ser humano educación, libertad, miedo, dignidad, igualdad, nobleza, justicia, verdad, belleza y felicidad.
Desde mi punto de vista hay ideas lo suficientemente innovadoras para tener en cuenta en estos momentos en que se está perfilando un pacto por la educación a nivel de estado. Este tipo de propuestas son los que se deberían tener en cuenta más que cambios en determinadas materias, denominaciones o planteamientos que para nada demandamos los agentes educativos.
Coincido con Mora en que la pedagogía necesita incorporar los avances de las neurociencias. La neuroeducación será una disciplina clave en los próximos años. Hay que tener en cuenta que nuestro alumnado está hiperconectado a múltiples dispositivos. Por ello, las neurociencias adquieren un protagonismo fundamental. Ya no tiene sentido contraponer la emoción con la cognición. Al contrario, sin emoción difícilmente va a haber aprendizaje. Y, por otro lado, habrá que tener en cuenta la complejidad cerebral de todos los procesos básicos del ser humano: percepción, atención, memoria, lenguaje o aprendizaje.
Para él, la neuroeducación consiste en conocer cómo funciona el cerebro teniendo en cuenta las aportaciones de la psicología, la sociología y la medicina tanto para potenciar tanto los procesos de aprendizaje y memoria del alumnado como para enseñar mejor el profesorado.
Por tanto, al igual que el prof. Mora opino que el profesorado debería tener conocimiento de los procesos básicos de aprendizaje y memoria. En la educación del futuro considero que es necesario que todo el profesorado en su formación inicial y permanente tenga una sólida formación en educación emocional y en neuroeducación.
Al igual que otros expertos, considera que la emoción es el pivote alrededor del cual gira toda enseñanza ya que las emociones son mecanismos inconscientes que utiliza el individuo para sobrevivir y comunicarse y para hacer más sólidos los procesos de aprendizaje y memoria. Y, por otro lado, toda emoción está entrelazada con la curiosidad, que desencadena todo verdadero aprendizaje.
También es necesario destacar la importancia que le da al juego, ya que a edades tempranas el juego es el disfraz con el que se camufla el aprendizaje.
Otro aspecto interesante en esta obra es lo referido al “tiempo atencional” y los ritmos circadianos. No es el mismo en un niño, que en un joven o en un adulto. Nuestros sistemas de aprendizaje y memoria están siendo alterados en nuestra sociedad hiperconectada. Este es uno de los aspectos que más deberíamos tener en cuenta cuando se debate sobre los tiempos y horarios escolares.
Hay aspectos que me han llamado muchísimo la atención, como por ejemplo cuando comenta que internet afecta, en negativo los mecanismos neuronales que permiten ese reposado y necesario tiempo y “silencio” del estudio y por ende la propia repercusión en el funcionamiento del cerebro. Coincido con él en que hace falta una cultura de la lentitud sobre todo en educación.
Otros aspectos controvertidos en el que tiene criterios innovadores es cuando plantea que no se deberían llevar deberes a casa. Porque a los niños no hay que guardarlos sino sacarlos a la luz, “airearlos” y “abrirlos” a amplios jardines verdes en interacción con estímulos reales del mundo del que tienen necesidad de absorber. Y también cuando propone que todos los niños deberían ser bilingües o trilingües porque de esta manera cuando se aprenden simultáneamente dos lenguas, estas quedan grabadas en su cerebro en circuitos neurales en buena medida separados. De esta manera adquiere ventajas cognitivas y también reservas cognitivas que le servirán para ser utilizadas a lo largo de su vida y servirán para retrasar la aparición de las demencias.
Me ha encantado la frase con la que comienza el capítulo primero: “La letra con sangre no entra”. El dolor es un refuerzo negativo que el cerebro trata de no repetir y olvidar pronto. Por el contrario, aprender con alegría es un refuerzo positivo que se trata de repetir y mantener lo aprendido en la memoria más tiempo.
Para el profesor Mora, “El miedo es ese sentimiento que “sazona” en negativo todas las interacciones humanas y a uno mismo en la soledad (…)”, señalando, a continuación, una idea neurocientífica de gran interés: existe un pluralismo de miedos que nuestro cerebro codifica de forma diferente.
Un alumno alegre, una clase con un clima emocional positivo, es el medio donde todo verdadero aprendizaje debería darse, de ahí la importancia del humor como herramienta pedagógica.
Mucho más, cuando comprendemos que el miedo está vinculado con nuestra memoria, en una escala creciente que, ya como patología, produce disociaciones entre lo emocional u cognitivo, aún siendo un proceso unitario en el plano fisiológico
En definitiva, considero que esta publicación puede constituir una buena herramienta para reflexionar en los necesarios cambios en la metodología tanto para el profesorado, como para los servicios de orientación y administración educativa.