A principios de los noventa se descubrieron de forma casual por parte del “grupo de Parma” unas neuronas en el cerebro de un mono capaces de activarse tanto al ejecutar acciones como cuando observaba a alguien realizar la misma acción. Este descubrimiento se considera como el inicio de la teoría de las neuronas espejo, o sistema especular, como también se le denomina.
Numerosas investigaciones posteriores con neuroimagen han demostrado la existencia de sistemas de neuronas que se activan, tanto cuando se ejecuta una acción, como cuando se observa como la ejecuta otra persona.
La comprensión del significado de las acciones ajenas sería la función principal de las neuronas espejo (Rizzolatti y Sinigaglia, 2006).
Algunos autores (Aguado, 2005) señalan que las neuronas espejo hacen posible la comprensión de los estados emocionales de otras personas. Es decir, la empatía. Cuando vemos al alguien que expresa miedo, ira, tristeza, etc., comprendemos su estado emocional porque se activan nuestras neuronas espejo. Esto nos lleva a ponernos en su lugar y experimentar nosotros mismos un estado emocional similar.
Deficiencias en el funcionamiento de las neuronas espejo podrían suponer una incapacidad para ponerse en el lugar del otro. Y por tanto la incapacidad para experimentar empatía y compasión.
Este fragmento pertenece al libro: RAFAEL BISQUERRA ALZINA . (2009). Psicopedagogía de las emociones. Madrid: Síntesis (pp. 111).